Viajamos a Teruel, un territorio donde cada primavera el tiempo se detiene y su gente se vuelca en salir a la calle a celebrar la devoción y la fe en procesiones y actos irrepetibles. En esta provincia la Semana Santa trasciende lo religioso para convertirse tocar el corazón de sus gentes. Una celebración que une pasado y presente transformando esta tierra en un escenario donde la fe, la tradición y la gente se funden en una experiencia única.
Desde la capital turolense hasta los pintorescos pueblos de Valderrobres, Rubielos de Mora y Sarrión, cada rincón ofrece una visión singular de esta festividad, declaradas de Interés Turístico nacional o de Aragón por su riqueza cultural y espiritual.
La Semana Santa en Teruel, Valderrobres, Rubielos de Mora y Sarrión es mucho más que una celebración religiosa; es un viaje al alma de una tierra que guarda con celo sus tradiciones. Es el sonido de los tambores que resuena en las calles, el silencio reverente ante los pasos, la unión de una comunidad que se reconoce en sus ritos y en su historia.
Teruel: el latido de los tambores
Declarada de Interés Turístico Nacional, la Semana Santa de Teruel es un espectáculo de solemnidad y devoción que estremece a quien la vive. Las calles de la capital se llenan de imágenes sagradas, hábitos penitenciales y cofrades que avanzan al ritmo de tambores y bombos, instrumentos que dan voz a la emoción colectiva.
El momento más emotivo llega la tarde del Viernes Santo con la Procesión General, un recorrido extenso y vistoso por el casco histórico en el que participan todas las hermandades de la ciudad. El sonido de las cornetas, los tambores y los bombos acompaña cada paso, creando una atmósfera que conmueve hasta las lágrimas. Actos como la ‘Rompida de la hora’ del Viernes Santo o la Exaltación de los instrumentos de Semana Santa a cargo de las Bandas de Cornetas, Tambores y Bombos de la Cofradías, Hermandades y Asociaciones turolenses, refuerzan el carácter único de esta celebración, donde la música y la fe se entrelazan.
Rubielos de Mora: la fusión de lo sagrado
En Rubielos de Mora, la Semana Santa es una tradición con un arraigo importantísimo gracias a la Cofradía de la Sangre de Cristo, cuyas raíces se remontan a mediados del siglo XX, aunque con referencias históricas aún más antiguas. Aquí, la celebración adquiere un carácter singular con la “vuelta de procesión”, un recorrido que pasa por tres templos emblemáticos: la iglesia del Hospitalico, Santa María la Mayor y el Convento de las Monjas Agustinas.
Uno de los momentos más destacados es el “Encuentro”, donde dos procesiones convergen en una sola, simbolizando la unión de la comunidad en torno a la pasión de Cristo. La participación activa de los vecinos y el acompañamiento de la Asociación de Tambores de la Santa Cruz añaden un toque de solemnidad y autenticidad que convierte esta Semana Santa en una experiencia inolvidable.
Valderrobres: el eco de los tambores femeninos
En Valderrobres, la Semana Santa es el fruto de un esfuerzo colectivo que comenzó a mediados de los años 50 con la creación de la Cofradía del Santo Entierro (de hombres) y la Cofradía de la Soledad de la Virgen (de mujeres). La compra de pasos, la definición de los hábitos y la incorporación de un grupo de tambores y bombos sentaron las bases de una celebración que ha ido creciendo con el tiempo.
En los años 80, el tambor y el bombo se convirtieron en protagonistas indiscutibles, dando lugar a la creación de varios grupos, entre ellos uno femenino y otro de cornetas. Cada Viernes Santo, a las 12 de la mañana, tiene lugar la Rompida de la Hora con la plaza llena de tambores y bombos y cofrades con el hábito a cara descubierta llenando el aire de emoción y devoción. También el viernes, en la procesión del Santo Entierro, se viste de luto portando escapulario y vela.
Sarrión: ocho siglos de devoción
Sarrión es otro de esos destinos imprescindibles durante la Semana Santa. Con más de 800 años de historia, es un legado vivo de devoción, arte y tradición que conecta a sus habitantes con sus raíces más profundas.
La Cofradía de la Sangre de Cristo, una de las más antiguas de España con orígenes que se remontan a los siglos XII y XIII, es el alma de esta celebración. Sus procesiones, cargadas de solemnidad y emoción, transforman las calles de Sarrión en un escenario donde la fe y el arte se funden. Destacan la procesión del Pregón o «Salidhijas» el Viernes Santo por la mañana, el imponente Santo Entierro en la noche del mismo día, y la emotiva procesión de la Soledad el sábado por la tarde.
El vestuario tradicional de los cofrades, único en la zona, añade un carácter distintivo a estas procesiones, mientras que los cánticos emblemáticos, como el Miserere polifónico en latín y el Salidhijas, versos anónimos que narran la pasión de Cristo, envuelven el ambiente en una atmósfera de recogimiento y belleza. El pregón, con su canto de invitación al Santo Entierro, y el estruendo de los tambores, acompañados por la vistosa guardia romana, completan un cuadro de colorido y solemnidad que resuena en la noche turolense.
Otros reportajes que pueden interesarte.