Con el vino como protagonista, empredemos un viaje gastronómico por esta región portuguesa donde se come de lujo. Quien lo probó, lo sabe.
Alentejo es apetecible todo el año, pero el invierno nos invita a disfrutarlo a la luz y al calor de la chimena con un buen vino y un tradicional plato caliente tiempo. Anima al viajero a visitarlo y descubrir los sabores que nos regala su cocina, conocida por ser la más autóctona de todo Portugal. Los productos de la tierra acompañados por la gran calidad de sus vinos convierten a la cocina alentejana en una experiencia única para los amantes de la gastronomía.
Y qué mejor forma de comenzar esta ruta gastronómica que conociendo los vinos alentejanos. Sus más de 22.000 hectáreas de viñedos y 260 productores convierten al sector vinícola en el gran promotor turístico de la región, que cuenta hasta con ocho zonas Denominación de Origen: Portalegre, Borba, Redondo, Reguengos, Vidigueira, Évora, Granja/Amareleja y Moura.
Para los que buscan descubrir cosas nuevas no pueden irse sin catar una variedad de caldos envejecidos en las profundidades de la costa alentejana, en concreto en la bahía de Sines. Con una técnica pionera que dio sus primeros frutos el pasado año con la producción de las primeras 700 botellas de vino, aseguran que el aroma y el sabor de estos “Vinos de Mar” es inmejorable.
A lo largo de toda la región, son muchos los rincones donde conocer la riqueza de los vinos de esta tierra. Uno de los imprescindibles es la visita Cella Vinaria Antiqua, la bodega de origen romano más antigua que se conserva en la Península Ibérica y que mantiene las antiguas tradiciones y técnicas de producción vinícola romanas y alentejanas. La Quinta do Quetzal ofrece la posibilidad de explorar una espectacular bodega de diseño rodeada de viñedos. Además, pone a disposición de los visitantes un centro de arte contemporáneo con diversas obras de artistas internacionales; un restaurante con una cocina inspirada en la tradición alentejana; y unas vistas impresionantes a los viñedos y plantaciones.
Monsaraz, una belleza medieval
Y para redondear esta experiencia, qué mejor idea que perderse entre la belleza medieval de Monsaraz, quizá uno de los pueblos más bellos que podemos encontrar en Alentejo, y alojarse en São Lourenço do Barrocal, una preciosa finca convertida en hotel de ensueño por el arquitecto Souto de Moura.
Un paraíso para desconectar, disfrutar de paseos en bici, su maravilloso desayuno y como no su bodega, ya que producen su propio vino.
Siguiente parada, Torre de Palma
Seguimos por nuestra ruta y llegamos a Torre de Palma, una villa señorial del siglo XIV que cautiva todos los sentidos. Una forma de estar en contacto directo con el origen de los vinos, disfrutar de un maravilloso spa y deleitarse con lo último en gastronomía.
En Elvas, no puedes dejar de probar el bacalao dorado servido en el Hotel Santa Luzia y visitar la Fábrica Museo de Ciruelas de Elvas, la única fábrica de ciruelas de Elvas que sigue produciendo según el proceso tradicional y la receta original de los conventos del siglo XVI.
Y no olvidar, la moderna Adega Mayor, en Campo Maior, imprescindible para amantes del vino pero también del diseño.
En Alentejo también se comen migas
Por supuesto, una visita a Alentejo no queda completa sin degustar las delicias de su gastronomía basada en el producto de la región. Desde las migas hasta su típica açorda alentejana, pasando por pescados y mariscos de la costa, y sin olvidar el postre más famoso de Portalegre, los dulces de huevo. Una extensa y amplia oferta para entrar en calor este invierno.
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