Macedonia del Norte es un país muy joven, al menos con su actual denominación (aprobada en 2018), pero con un pasado fascinante y multicultural debido a su herencia griega, romana y otomana y alma balcánica, pero también mediterránea, gitana y eslava. Te invitamos a descubrir este pequeño país, sin salida al mar y en el centro de los Balcanes, con un futuro turístico muy prometedor gracias a sus atractivos naturales entre los que se encuentran montañas, tres parques nacionales y 33 reservas naturales. Con su mezcla de ciudades históricas y su imponente naturaleza, Macedonia del Norte es posiblemente el país que mejor refleja la divesidad que existe en la zona de los balcanes.
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Skopje, ciudad natal de Teresa de Calcuta
Skopje es la puerta de entrada al país, y el principal centro político, económico, educativo y cultural de Macedonia, y quizá la capital más entretenida de los Balcanes.
Pero además, en Skopje nació la Madre Teresa de Calcuta, por lo que toda la ciudad está llena de placas con frases de la santa y, aunque su casa natal fue sustituida por un enorme centro comercial, existe la Casa de la Madre Teresa sobre la antigua iglesia en la que fue bautizada.
La ciudad resume como pocos lugares la esencia de los Balcanes, como si se hubiese construido en un puente entre dos mundos, Occidente y Oriente, Europa y Asia. Esa mezcla hace de la capital de Macedonia del Norte una experiencia en cada paso que se da por sus calles. Hacer turismo por ella se antoja imprescindible para conocer a fondo Macedonia, especialmente a través del contacto con sus gentes. No olvidemos que aquí vive casi la mitad de los dos millones que forman la población total del país.
En el recorrido por la ciudad salen al paso enormes estatuas de guerreros, grandes edificios neoclásicos, museos revestidos de mármol, fuentes monumentales… y muchos leones. Vale la pena pasear por el hermoso muelle del río Vardar y disfrutar del Puente de Piedra otomano que lo atraviesa, subir a la fortaleza Tvrdina Kale de 1500 años de antigüedad, de origen bizantino y después otomana, que domina el horizonte de Skopie.
Ya que estamos de subidas, vale la pena llegar en teleférico a lo alto del monte Vodno, donde la vista de Skopje y de los altos picos de las montañas de Macedonia del Norte hacen que el viaje haya merecido la pena.
Pero hay que dejar tiempo para recorrer las calles estrechas en el Antiguo Bazar, la Carsija, que es el bazar más grande conservado en los Balcanes hoy en día, y el mayor centro de animación de la ciudad con sus retorcidas calles, sus teterías, mezquitas y tiendas de artesanía, y también donde se encuentran los mejores vestigios históricos y algunos museos.
La mayoría de los edificios que alguna vez fueron utilizados para albergar a los viajeros o como hamams, se han trasformado en museos y galerías, que hoy se utilizan para albergar exposiciones de arte, conciertos y otros eventos culturales. Los han, los antiguos caravasares que servían de posada en las travesías comerciales hacia Oriente se han reconvertido para dar cabida a alojamientos o tiendas.
Si el viaje a Skopje coincide en sábado una buena recomendación es acercarse a Shuto Orizari, en las afueras de la capital, el asentamiento gitano más grande del mundo, y cuyo mercado es una inmersión fabulosa en la cultura local.
A las afueras de Skopje está el cañón Matka, cuya cercanía con la ciudad lo convierte en la escapada habitual para la gente de Skopje y para muchos turistas. Matka significa “matriz” en macedonio, y este lugar siempre ha estado vinculado con el culto a la Virgen María. Durante mucho tiempo, estas montañas han custodiado iglesias, capillas y monasterios, que están ahora en su mayoría en ruinas ya que la población de la zona es sobre todo musulmano-albanesa.
El lugar más especial del cañón es el monasterio de Sveta Bogorodica, con las montañas de fondo. Está todavía habitado por monjas, que conservan una bonita capilla del siglo XIV. El desfiladero donde se construyó la presa acumula la gran superficie de agua que se puede recorrer en un barco hasta la cueva Vrelo, una de las más bellas de Macedonia.
En la frontera con Albania
La visita a Ohrid, que hace frontera con Albania, justifica con creces el viaje a Macedonia del Norte. En su día fue un centro de difusión cultural y religioso para el mundo eslavo que comenzó su ascenso en el siglo VII. Aquí se edificó la primera universidad eslava de los Balcanes y se construyó el monasterio más antiguo del mundo eslavo, el de san Pantaleón.
Ohrid es también una oda a la naturaleza, el lugar más bello de toda Macedonia, y uno de los escenarios más espectaculares de Europa, con un impresionante lago de aguas asombrosamente limpias y transparentes, y que sustituye al mar que no tiene el país.
El casco histórico de Ohrid, con sus estrechas callejas bordeadas de restaurantes y cafés, su paseo junto al lago y su playa de guijarros, ofrecen algunas joyas y muestran la espectacularidad del arte bizantino en iglesias como Santa Sofía, también el majestuoso teatro romano, la belleza de la iglesia de la Madre de Dios “Perivlepta”, que resultan estimulantes para subir hasta la iglesia de Sveti Jovan del siglo XIII, probablemente el edificio más fotografiado del país y, sin duda un buen lugar de inspiración para los monjes medievales que buscaban paz e inspiración espiritual.
La pequeña iglesia luce frescos originales tras el altar, dedicados a San Clemente y San Erasmo, Constantine Kavasilas o la comunión de los apóstoles. También en lo alto se encuentra la fortaleza de Samouil que domina la ciudad.
Paseando entre serpientes
Desde Ohrid, vale la pena hacer una escapada al Parque Nacional de Galiçitsa entre los lagos de Ohrid y Prespa, compartidos en parte por Macedonia del Norte, Albania y Grecia, lo que permite a los viajeros vistas panorámicas continuas, extremadamente largas y bellas.
Además de la extraordinaria belleza natural y los valores estéticos, Galiçitsa también es un entorno único con una flora natural bien conservada en varios ecosistemas, que abarca más de 800 especies. Tal vez los menos recomendables para la visita son los 18 tipos de reptiles, especialmente abundantes en una isla denominada Golem-Grad, y también «Isla de las serpientes«, antiguo lugar de veraneo del rey, ahora repleta de ruinas cubiertas de vegetación y aún no descubierta por el turismo y a la que solo se puede acceder alquilando un bote. Visita curiosa y solo recomendable para los amantes del riesgo.
Visita a la ciudad de los consulados
Mucho más tranquila es la visita a Bitola (Monastir), conocida como “ciudad de los cónsules” ya que muchos países europeos tienen consulados allí, centro administrativo, cultural, industrial, comercial y educativo. Es la segunda ciudad más grande del país y destaca por sus edificios de estilo neoclásico de la calle Sirok Sokak una larga calle peatonal que atraviesa el corazón de la ciudad, y por la decena de consulados aún presentes en la ciudad que dan cuenta de la importancia diplomática que Bitola tuvo durante el Imperio otomano y todavía conserva.
En el extremo norte de la calle se accede a la plaza Magnolia, donde está la Torre del Reloj, la escultura ecuestre de Filipo II de Macedonia, la Iglesia St. Dimitrija, y la mezquita Yeni. Los que prefieran las compras pueden ir hasta el bazaar de Bitola, originalmente construido en el siglo XV, o al bezistan, que es el bazar cubierto y ofrece centenares de productos para todos los gustos.
Gastronomía de influencias griegas y turcas
Entre tantas visitas, llega el momento de disfrutar con la variada gastronomía del país, muy influenciada por las especialidades turcas y griegas, aunque también contiene rasgos típicos de los Balcanes.
Uno de los platos indispensables y buen comienzo de la comida es el burek, que es una empanada con queso y carne picada o vegetales y también la shopska, una ensalada con queso fresco y tomate. Entre los platos más típicos están el Tavče Gravče que se disfruta en familia los viernes, con judías blancas y carne de cordero, el selsko meso que, como se dice popularmente, requiere siete horas para prepararlo y siete minutos para consumirlo. Lleva muslo de cerdo, cebolla, champiñones, pimiento rojo, sal y pimienta y se rocía con queso rallado antes de servir.
Y para beber, como en toda la zona de los Balcanes, la bebida favorita es el rakia, un fuerte licor parecido al brandy que se obtiene a partir de ciruelas. Muchas familias lo preparan directamente en su casa, y acostumbran a tomarlo antes o después de las comidas.
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