Crónica de un viaje a La Palma: recorrido entre volcanes, bosques y piscinas naturales azul turquesa (1)

Charco Azul, La Palma, Imagen: SQV

Viajar La Palma en un vuelo de dos butacas por lado y de cien plazas en temporada alta resulta una
experiencia casi inaudita en 2024. Transforma el desplazamiento y lo convierte en algo
familiar.

Y todavía más cuando al aterrizar la comandante pide al pasaje que no se levante a recoger la
maleta hasta que no se mueva la fila y lo hagan los pasajeros de delante. Así se evita esa
tensión absurda que provoca diez minutos de apretujones en el pasillo desde que el avión se
posa en el aeropuerto de destino hasta que abren sus compuertas. Para mejorar el flujo, en
este vuelo de Air Nostrum de Valencia a La Palma las azafatas van avisando a los componentes
de cada fila de cuándo tiene que levantarse.

De nuevo alquiler con una de las compañías que mejor trabaja en la cesión de vehículos, la
canaria Cicar. Y de ahí al sur de la isla bonita, volcánica, platanera, montañosa o el calificativo
que se prefiera para identificar a La Palma.

Tazacorte, el pueblo que se independizó durante tres días de España

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Nos alojamos en un extenso hotel entre los municipios de La Zamora y Fuencaliente. Tras un
paseo matutino hasta la playa de La Zamora Chica, nos desplazamos en coche hasta Tazacorte,
una localidad que proclamó su independencia de España en 1925, una situación ficticia en la
que permaneció durante tres días hasta que un imponente buque de guerra le hizo desistir.

Cuesta encontrar su encanto monumental paseando por sus calles peatonales hasta la iglesia.
Junto a ella se ubica la oficina de turismo, que la dirige una solícita informadora que nos habla
de la casa Massieu, del siglo XVII, como de las más antiguas de la isla que sigue en pie.
Únicamente puede observarse desde fuera, aunque su llamativo dintel avala su señorío. Muy
cerca se encuentran los museos del moho (la rica salsa canaria, como recuerda el célebre
estribillo) y del plátano.

No obstante, frente a estas representaciones del pasado arquitectónico, la agricultura y la
gastronomía emerge la tragedia reciente, la erupción del volcán Tajogaite, que ha
metamorfoseado el paisaje, del verde de plataneros y bosque se ha pasado al marrón oscuro
de rescoldos de lava.

De hecho, la carretera regional por la que nos hemos desplazado está cortada de cuajo y nos
obliga a desviarnos por una nueva ruta y entre vías más costeras. Impresionan la lengua de
lava principal y sus bifurcaciones
. Y contemplar los restos de algunas casas inundadas de los
efluvios del volcán.

Los Llanos de Aridane

Los Llanos

Antes de abandonar esta zona nos desplazamos a Los Llanos de Aridane, el municipio más
poblado de la isla con poco más de 20.000 habitantes del total de alrededor de 80.000 que
residen en esta parte de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Parece que todo el tráfico del
área se congrega en la ciudad, que da para recorrer su arteria principal peatonal, con sus
ejemplos de casas históricas típicas canarias.

No tardamos mucho en marcharnos de vuelta al sur al kiosco (en Valencia solemos utilizar la
denominación de chiringuito para estos locales playeros) de La Zamora Chica, donde
degustamos papas con mojo (verde en este caso) y un pescado conocido como Viaje, bastante
jugoso.

Nuevo día y recorrido intenso por cráteres, una de las actividades más recurrentes y singulares
en La Palma. Andamos por la zona de Cumbre Vieja -famoso por la erupción de 2021- y nos
trasladamos, después de ascender desde el litoral sobre el que se extiende nuestro hotel hasta la cima montañosa por la que discurre la carretera principal de la parte oeste de la isla, hasta el volcán de San Antonio.

Cuesta ocho euros la entrada y además de un video de cinco minutos y una completa
explicación sobre qué es un volcán, los tipos que hay o las consecuencias de la erupción de
2021, ofrece la peculiar experiencia de sentir movimientos sísmicos. Para conseguirlo ha
habilitado un espacio de gravilla junto al centro de visitantes en el que basta posarse para
sentir algo más que un tembleque de la tierra.

Lava junto a carretera

Y desde ese punto se inicia el recorrido por un lateral del cráter hasta la cima del volcán de San
Antonio
. No se puede circunvalar. La senda únicamente lleva hasta el punto elevado más
orientado al sur desde el que dicen que puede contemplarse la isla de la Gomera. No ha sido
nuestro caso. Impresiona, eso sí, observar el interior del cráter entre restos de lava y la
vegetación emergiendo
.

Desde esa cima también se puede atisbar la nueva zona de lava de la erupción del volcán
Teneguía, en 1971, la que califican como la parte más joven de España. Una larga senda lo
recorre hasta el Faro para lo que atraviesa una distancia de casi seis kilómetros.

Tanto no vamos a afrontar, pero una parte del camino, sí. No obstante, lo hacemos desde
aproximadamente un kilómetro en coche más abajo, junto a la localidad de Los Canarios. Se
aparca el coche en un recodo de la carretera principal porque en la amplia pista está prohibido
circular con vehículo.

Primero caminamos 1,1 kilómetros, hasta un desvío en bajada pronunciada que lleva al Roque
de Teneguía
y que requiere atravesar 400 metros. Con un ambiente tórrido como incómodo
acompañante, descendemos y volvemos a ascender. Bordeamos lo que aparenta su cráter y
parte del espacio moldeado por su lava
. Y desandamos hasta nuestro coche.

Sedientos, decidimos desviarnos por la señal en la que pone ´El Quinto Pino’, denominación de
una pizzería con preciosas vistas para llegar hasta la cual hace falta superar una empinada -de
nuevo apropiado el nombre del local- cuesta. Buena comida a precio asequible y agradable
música pop para amenizar.

De la panorámica no podemos decir demasiado, porque las tres mesas situadas junto a la
pared desde las que se puede atisbar ya estaban ocupadas. Y así termina la jornada turística, el
resto del día lo dedicamos más a otras de las posibilidades canarias, sol y chapuzones.

El pueblo de los Canarios y mercado dominical de Puntagorda

Tercer e intenso día de recorridos. En La Palma la dificultad no radica en las distancias entre
municipios, que no son extensas, sino en lo que tardas en recorrerlas debido a las carreteras
serpenteantes y estrechas
, casi siempre de un carril. En atravesar algo más de 40 kilómetros
tardaremos una hora.

Para empezar siempre hemos de ascender desde nuestra playa de Teneguía-La Zamora hasta
el pueblo de los Canarios, donde, por cierto, se halla ubicado el Consejo Regulador de la
Denominación de Origen Vino de La Palma, con la variedad malvasía como una de sus grandes
especialidades. Esto ya supone entre 10 y 15 minutos.

Nuestro primer objetivo lo constituye el mercado dominical de Puntagorda, con alrededor de
una veintena de puestos que van de la bisutería a la repostería y al zumo de caña de azúcar, en
una llamativa nave verde a la entrada del casco urbano.

El Charco Azul, la piscina natural de azul turquesa junto al mar

Charco azul

Desde allí nos desplazamos al Charco Azul, en el municipio de San Andrés y Sauces. Se basa en
una piscina natural de azul turquesa junto al mar, con un muro de dique y con escaleras de
acceso al agua, bastante concurrido en esta época del año. Supone el principal atractivo del
espigado casco urbano de la población. Se entra por una extremo y, debido a que la calzada es
de única dirección, se sale por el contrario, varios kilómetros más hacia el norte en este tramo
del nordeste de la isla.

Seguimos nuestro itinerario, ya unos miles de metros hacia el sur, para visitar Cubo de Galga.
Se trata de un frondoso bosque de laurisilva. En esta isla de plataneros y viñedos llama la
atención esa exuberancia oculta. Se disfruta aparcando en la entrada de la carretera, junto al
punto de información, y recorriendo un sendero de unos dos kilómetros en el que, con señales
numeradas y un folleto informativo, vas comprendiendo el idílico entorno de flora autóctona
por el que transitas.

Qué visitar en Santa Cruz de la Palma, la capital

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Balcones típicos de Santa Cruz de La Palma

El siguiente hito lo constituye la propia capital, Santa Cruz de la Palma. Nos la habían descrito
como de paseo rápido, aunque cuando empezamos a caminarla comprendemos rápidamente
que posee más encantos de los que pensábamos.

Para empezar recorremos su Avenida Marítima, con sus terrazas en una acera y el paseo frente
al mar en la contraria. En el primer piso de numerosos inmuebles, pueden contemplarse sus
célebres, típicos y coloridos balcones, los que le prestan su imagen más conocida.

Giramos frente al castillo de Santa Catalina y nos sorprende el enorme barco de la Virgen
María, colocado como si fuera una escultura más, en medio del casco urbano. Encallado en
pleno asfalto, impone.

Retornamos por las calles peatonales, con sus casas de blanco casi impoluto, animadas,
arregladas, en paralelo al mar. Y así, tras comer en un pequeño bar pollo empanado con curry
y canela, proseguimos nuestro regreso.

Teníamos pensado ya volver a Teneguía cuando pasamos cerca del parador y decidimos hacer
una visita. Dos días antes nos ha precedido en este destino el propio presidente del Gobierno,
Pedro Sánchez, en un recorrido rápido por la isla
. Menos monumental que otros paradores,
ofrece el sosiego y la panorámica que caracteriza a tantos locales de La Palma. Elevados frente
a plataneros, valoramos la singularidad de esta isla canaria.

Consulta aquí otros reportajes sobre las Islas Canarias;

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