Las estaciones de tren han sido, desde siempre, punto de inicio y punto final de millones de historias. Todavía hoy no hay otro medio de transporte capaz de trasmitir un grado similar de romanticismo ni de recoger tan bien la esencia del viaje como el tren y las estaciones de ferrocarril, un marco fundamental que quedará grabado junto con el abrazo o el beso de despedida… Te mostramos 8 estaciones de la República Checa que son realmente especiales.
Indice de contenidos:
- Estación de tren de Lednice, un viaje en el tiempo
- Estación de Nemilkov, lo más parecido a un hogar
- Mariánské Láznĕ, el recuerdo de una época
- Estación de Rynoltice, la más coqueta
- La estación de tren en Nižbor, el entorno también cuenta
- Estación Central de Praga, bella por fuera y por dentro
- Estación de Pilsen, Monumento Nacional Cultural
- Estación de Litoměřice, una segunda vida como café
Estación de tren de Lednice, un viaje en el tiempo
Esta es una de las estaciones más mágicas de la República Checa, tanto que incluso ha sido protegida por la Unesco. Su estética te transporta a su fecha de construcción, a finales del siglo XIX, un viaje en el tiempo favorecido por el hecho de que solo pasen por ella trenes históricos de vapor. Aunque solo circulen en verano, sigue mereciendo la pena acercarse para admirar su maravillosa fachada cubierta de cerámica. Es, sin duda, una excusa perfecta para visitar Lednice, una ciudad de Moravia del Sur que sorprende también con un magnífico palacio gótico, jardines y balnearios.
Estación de Nemilkov, lo más parecido a un hogar
Rodeada de árboles, la estación de Nemilkov da la bienvenida al viajero como si fuese un impecable anfitrión con un hogar en perfecto orden de revista. La preciosa fachada de ladrillo rojo está adornada con losas decorativas blancas que rodean las ventanas, de cuyos alféizares asoman flores. Y esto ha sido así desde su origen, en 1888, cuando se decide conectar Bohemia del Oeste con Eslovaquia. Su aspecto, que hoy día puede sorprender, era el habitual en los edificios de esta localidad de la región de Pilsen. El conjunto acoge no sólo la sala de espera sino también un depósito de carga y habitaciones para los trabajadores de la estación.
Mariánské Láznĕ, el recuerdo de una época
Una ciudad balneario de la importancia de Mariánské Láznĕ, que atraía a personalidades tan relevantes como Strauss, Goethe, Kafka, Chopin, Freud, Kipling o el mismísimo rey británico Eduardo VII, debía tener una estación a su altura. Y lo consiguió, porque en 1872 se construyó este majestuoso conjunto de estilo Art Nouveau, donde no sólo se recibían trenes sino también calesas y tranvías. La armonía de sus tonos cremas, los grandes ventanales y su ornamentación eran y son los mejores compañeros de las esperas.
Estación de Rynoltice, la más coqueta
Si no fuese por el rótulo azul con el nombre sobreimpreso en blanco, pocos identificarían la de Rynoltice como una estación ferroviaria. Antes pensarías que es una vivienda, un hotel o una casa rural. Es tan encantadora, con su tejado a dos aguas, fachada de ladrillo rojo con elementos de madera, ventanales blancos y flores por doquier, que dan ganas de quedarse a vivir en ella. Su coquetería, unida a los elementos de confort, auparon su candidatura en el concurso de las mejores estaciones de tren hasta el primer puesto en 2013.
Para que los viajeros se sientan como en casa, los empleados se esfuerzan en cuidar los jardines y los espacios comunes. Para verla hay que dirigirse al norte del país, cerca de la ciudad de Liberec.
La estación de tren en Nižbor, el entorno también cuenta
La mayor particularidad de esta estación del siglo XIX, en el pueblo de Nižbor, es que casi se podría considerar un centro temático ferroviario, ya que no solo se puede admirar la terminal con su tejado a dos aguas y sus fachadas de color amarillo sino que parte de los edificios anexos han sido adaptados para otros usos respetando su impronta.
El depósito ferroviario de madera es un buen ejemplo, ya que allí se ha instalado un restaurante, el Zastávka Nižbor (La Parada), que ha conservado la estructura y disposición para ofrecer una experiencia auténtica. Vagonetas, viejos bancos de las salas de espera, rampas y material obtenido de anticuarios configuran estos espacios a disposición del público. Además, ofrece vistas al excepcional castillo Křivoklát, que fue una residencia real de la estirpe de los Premislitas.
Estación Central de Praga, bella por fuera y por dentro
La monumentalidad que presenta la principal estación ferroviaria de Praga se encuentra en consonancia con la del resto de la ciudad. Desde sus inicios, en 1869, en dicha terminal no solo han cambiado los viajeros sino que también se ha modificado su nombre (Francisco José de Austria, Wilson, etc.) y su estilo arquitectónico.
Que hoy día sea el mayor monumento Art Nouveau de la capital se debe al arquitecto Josef Fanta, quien se esmeró tanto en su aspecto exterior como en el interior. De hecho, la cafetería Fanta, con una bellísima cúpula modernista, es una visita muy recomendable en cualquier viaje a Praga. Otro punto obligado de visita es el primer andén, donde se sitúa el conjunto escultórico de Sir Nicholas George Winton con dos niños. Este filántropo, y corredor de bolsa británico, se ha ganado un lugar de honor, ya que salvó a 669 niños, muchos de ellos judíos, enviándolos en tren a Inglaterra en 1939.
Por esta estación, de exquisita estética y gran funcionalidad, pasan diariamente más de cien mil personas.
Estación de Pilsen, Monumento Nacional Cultural
Con una trayectoria un poco convulsa, la estación de Pilsen es un buen ejemplo de superación –y de belleza Art Nouveau– cuya historia comienza en 1862, cuando se inaugura la línea Pilsen- Praga. El edificio principal fue cofinanciado –y llevado a cabo– por el arquitecto checo Rudolf Štech, de quien se dice que fueron las deudas en este proyecto las que le llevaron al suicidio en 1908. Dejando a un lado este triste suceso, no se puede sino alabar el buen trabajo de este profesional que se esmeró en crear bonitas cúpulas, grandes ventanales y toda una suerte de adornos florales y esculturas coronando los extremos del edificio.
Una de las particularidades de esta estación es que tiene una ubicación ‘insular’, es decir sobre terraplenes entre las vías. El edificio fue bombardeado por aviones estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial pero no fue demolido sino que se restauró y fue declarado Monumento Nacional Cultural.
Estación de Litoměřice, una segunda vida como café
De lugar de tránsito a un espacio donde compartir tiempo sin mirar el reloj. La antigua estación de Litoměřice se ha convertido en el encantador Café Vapor por el empeño de sus propietarios, quienes la adquirieron y cuidaron todos los detalles para ofrecer un espacio de estilo funcionalista e inspiración ferroviaria, por supuesto. Además de sus mesas, bancos reciclados, etc. también compraron una pequeña locomotora de 1897 que han colocado enfrente. La experiencia está servida.
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