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Nos vamos de viaje por 5 de los pueblos costeros menos conocidos de la Costa Brava 

Costa Brava. El Port de la Selva.

El Port de la Selva. Imagen: Josep Miquel Guasch.-Arxiu

La Costa Brava es uno de los destinos turísticos más destacados de nuestro país. Pero más allá de Cadaqués, Tossa de Mar o Blanes, en la provincia de Girona (Cataluña) hay también otros pueblos costeros (más desconocidos), pero que son igual de bonitos e impresionantes.

Por eso te traemos cinco lugares que son perfectos para disfrutar de una escapada inolvidable, y que si todavía no los conoces, queremos que descubras lo que te estás perdiendo.

Colera 

Playa de Colera, en la Costa Brava. c-jaume-campderros

En este pueblo pesquero de la Costa Brava, el verde de la sierra de la Albera da paso al azul del Mediterráneo; lo que abre un sinfín de posibilidades para disfrutarlo. Desde relajarse en playas como la de Garbet, de ambiente familiar y con todos los servicios, o del Borró de dins y de les Assutzenes, una de las pocas playas de arena fina de la zona, hasta practicar submarinismo navegar o, incluso, buscar setas (desde finales del verano).

Para planes más allá de la costa, no hay que perderse una visita a la ermita románica de Sant Miquel o ascender hasta Les Orelles de la Mula, un mirador de 688 metros con una panorámica de ensueño; además, sus calles empedradas y casas blancas transportan a los visitantes a un ambiente relajado y pintoresco. Los amantes del turismo activo deberán pedalear hasta los dólmenes del Puig d’Esquers o caminar hasta el precioso paraje de la Rovellada. 

Port de la Selva

Ubicado en un enclave privilegiado, rodeado de colinas verdes y un impresionante paisaje marítimo, este pintoresco municipio del Alt Empordà, al norte del cabo de Creus, es un verdadero tesoro escondido. El turismo de verano disfruta de sus playas y calas, pero no por ello deja de ser un pueblo tranquilo y pesquero que vive de cara al mar.

El entorno también invita, evidentemente, a practicar deportes náuticos y a descubrir los caminos de ronda y otros itinerarios por sus montañas, que llegan hasta el Mediterráneo. Un ejemplo ideal para los amantes del senderismo es llegar andando hasta la cala Taballera, situada en pleno Parque Natural de Cap de Creus. Aunque es famosa por el fondeo de embarcaciones, los senderistas podrán llegar a ella siguiendo el sendero GR-11, tras una caminata de un par de horas. Sus aguas turquesas y su entorno natural merecen la pena el esfuerzo para disfrutar de unas vacaciones distintas en la atractiva Costa Brava.

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Sant Pere Pescador

La suma de distintos ecosistemas es el gran atractivo de este municipio ampurdanés: los campos de cultivo y la marina, los campos de frutales, el río Fluvià y el gran Parque Natural de Els Aiguamolls de l’Empordà. Reconocido, además, por su extensa playa de arena dorada y sus marismas naturales, este municipio de la bahía de Roses es el destino predilecto para los aficionados de los deportes acuáticos, como el kitesurf, el windsurf o el kayak. De hecho, cada año alberga una de las pruebas del campeonato mundial de windsurf. Los amantes del vino pueden realizar catas y actividades enoturísticas para conocer cómo se elaboran los vinos D.O. Empordà. 

Pals

El municipio de Pals está asociado a muchas palabras y sensaciones. Medieval, con su impresionante casco antiguo amurallado, protegido por la Torre de les Hores, y las estrechas calles empedradas que le otorgan un encanto especial. Mar, con una playa kilométrica que invita a nadar con las islas Medes como compañeras de baño. Aves, que sobrevuelan y anidan en Les Basses d’en Coll, un espacio protegido entre humedales y dunas. Y arroz, el que crece en los infinitos campos anegados y que es el principal protagonista de los platos de la zona; y que hace que un buen arroz a la cazuela sea uno de los grandes imprescindibles de Pals.

Rutas en bicicleta, paseos entre arrozales y viñedos o estancias en masías, son algunas de las propuestas, más allá de sus playas, para considerar en un viaje a este municipio del Baix Empordà

Mont-ras

De atmósfera tranquila y auténtica, Mont-ras se extiende desde los pies de las montañas de Les Gavarres hasta el mar Mediterráneo y es un municipio perfecto para desconectar y disfrutar de la belleza del paisaje mediterráneo. En el interior, esperan al visitante bellas masías fortificadas y torres de vigilancia como la torre Simona, que defendía el territorio de los ataques piratas, así como la iglesia gótica de Sant Esteve. Sus alrededores verdes y sus caminos rurales son perfectos para hacer excursiones a pie o en bicicleta.

Una vez en la costa, dominan el panorama las calas Font Morisca y del Vedell, que todavía se conservan prácticamente vírgenes. Los más curiosos deberán preguntar a algún local por la leyenda de la cala del Crit, una de las más bellas y desde donde se obtiene una vista privilegiada de las islas Formigues.

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