Cimavilla es testigo y protagonista de los acontecimientos históricos más significativos de Gijón (Asturias). Cimavilla, el barrio alto, guarda en sus calles monumentos e historias personales que son huellas imborrables de pescadores, cigarreras, militares, artesanos que aquí nacieron, vivieron y trabajaron. En definitiva, hombres y mujeres «playos», que es como se conoce a los nacidos en este barrio.
Cimavilla, ruta por Gijón
1) Museo de las Termas romanas, (s. I-II d.C.)
El Museo de las Termas romanas alberga los restos de los baños públicos que existieron en la ciudad. Hoy podemos observar la sucesión de ambientes fríos, templados y cálidos así como las salas destinadas a los baños de vapor y una serie de habitaciones decoradas. Dentro también podemos observar los restos de la muralla del siglo III d.C.
Booking.comCURIOSIDAD: al estilo de las termas pompeyanas, se trataba de un edificio público, al que podían acceder todos los ciudadanos, y que era frecuentado a lo largo de la tarde, compaginando los baños con otras actividades relacionadas con el ocio y la higiene.
A este pasado romano, tan presente en otros puntos de la ciudad, se suman los vestigios de la nobleza, como el Palacio Valdés, de tipología barroca o la Casa Natal de Jovellanos, donde nació el ilustrado Melchor Gaspar de Jovellanos.
2) Museo Casa Natal de Jovellanos
Jovellanos era un jurista, académico, reformador económico, estadista, poeta y dramaturgo, que trabajó en las cortes de Carlos III y Carlos IV, y al que Gijón/Xixón “le debe tanto”. El museo está dividido en dos partes, una destinada a rememorar la figura de Jovellanos y la otra dedicada a la pintura y escultura asturiana contemporánea.
CURIOSIDAD: en la última planta del museo encontramos el “Retablo del Mar” de Sebastián Miranda, que representa una escena de la vida cotidiana del barrio de pescadores de Cimavilla. Son 156 retratos de los vecinos del barrio a los que el artista pagaba 1,50 pesetas por ser retratados.
Podemos imaginarnos sin problemas a Jovellanos paseando por las empinadas calles de Cimavilla, que no tendrían un aspecto muy diferente al que conservan hoy, y acercándose a la capilla de los Remedios, de finales del XVI, donde hoy reposan sus restos. Por Cimavilla pasaban también los peregrinos que optaban por la ruta costera para llegar a Santiago. En el Hospital de Peregrinos recibían las atenciones necesarias para reponerse de tan arduo camino.
Hoy, en las calles y plazas aledañas encontramos un buen número de sidrerías y restaurantes donde, disfrutar de la gastronomía típica gijonesa y hacer un alto en nuestro camino. Seguimos hacia la parte más alta del barrio, la Plaza del Lavaderu, antaño lugar de reunión de las mujeres para hacer la colada y que hoy se llena de terrazas con el buen tiempo, donde disfrutar de un culín de sidra y de la charla con los amigos.
3) Plaza del Lavaderu
Su verdadero nombre es Plaza Periodista Arturo Arias, pero también se la conoce como «Campo de las monjas» porque el edificio de la antigua Fábrica de Tabacos fue previamente convento. Actualmente está en proyecto la recuperación del edificio.
CURIOSIDAD: La tabacalera dio trabajo a muchas personas del barrio, sobre todo a mujeres, conocidas como «cigarrerres de Cimavilla». Estas mujeres, ligadas hasta ese momento al trabajo de la pesca familiar, vieron en la fábrica la posibilidad de desempeñar un trabajo independiente al de sus maridos.
Si ya hemos recuperado fuerzas, podemos seguir caminando por estrechas callejuelas hacia el Cerro de Santa Catalina.
4) Cerro de Santa Catalina
El punto más emblemático del cerro fue el elegido por el artista vasco Eduardo Chillida para emplazar (en el año 1990) su obra Elogio del horizonte, una enorme escultura de hormigón que de espaldas a la ciudad y mirando al infinito, parece abrazar al mar, al aire y dar la bienvenida a los marinos. Contradictoriamente «llena de vacío», esta obra fue concebida para ser admirada desde su interior, donde se crea un impresionante efecto caracola al escucharse el eco del mar.
CURIOSIDAD: aunque el vanguardismo del “Elogio del Horizonte” causó un inicial rechazo, la obra de Chillida es hoy un símbolo indiscutible de la ciudad.
En nuestro descenso hacia el puerto deportivo, encontramos Nordeste, escultura de Joaquín Vaquero Turcios. El nordeste es el viento más esperado en Gijón durante el verano, pues empuja y barre del cielo las nubes y asegura un día soleado. Por el contrario, durante el invierno es un viento frío, húmedo y cortante.
Continuando el camino, si han salido unos rayos de sol, nos encontraremos gente en la conocidísima Cuesta’l Cholo, otro lugar de reunión habitual para gijoneses y foráneos. En la dársena de La Barquera encontramos el origen del antiguo puerto gijonés, que en 1987 perdió su función pesquera para dar paso a la náutica deportiva.
5) Plaza del Marqués
El Palacio Revillagigedo es uno de los ejemplos de la arquitectura palaciega asturiana que tenemos en nuestra ciudad. Aunque de apariencia medieval por sus torres almenadas, es, en realidad, barroco. Tiene adosada la Colegiata de San Juan Bautista. A su lado, la Casa Paquet, hoy oficina de turismo.
CURIOSIDAD: frente al palacio se encuentra el monumento al Infante Don Pelayo, erigido en 1891 como homenaje al primer rey de la monarquía asturiana, que luce en su mano derecha la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias.
Llegamos al final de nuestro recorrido, pero os advertimos que es imprescindible recorrer el barrio antiguo, perderse por él y charlar con sus habitantes. Con un poco de suerte nos contarán alguna historia que de principio nos parecerá inverosímil.
Los playos, que es el nombre con el que se conoce a los nacidos en Cimavilla, se han caracterizado por contar entre sus vecinos con personajes tan peculiares que hasta han forjado un vocabulario propio, el playu.
Información y fotografías: Turismo de Gijón