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El Camino del Salvador: peregrinaje de interminables subidas y bajadas hasta llegar a Oviedo (2)

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El Camino del Salvador. Imagen: SQV

Proseguimos nuestra ruta por el Camino del Salvador y tras haber realizado tres duras etapas, abordamos la cuarta y quinta con destino primero a La Pola de Lena, para después continuar nuestro peregrinaje hasta Oviedo.

Etapas del Camino del Salvador:

Pajares-La Pola

Camino del Salvador. Imagen: SQV

Esta etapa parecía más sencilla después de la dureza de las anteriores, pero ha sido, tal como anunciaba la guía Gronze, de cabecera en el Camino de Santiago, un “rompepiernas”, de esas que parecen querer quebrar tu espíritu, aunque no lo consigan finalmente. De las que te ponen a prueba física y mentalmente.

Pasamos, casi como cada día, por sendas tan estrechas, que apenas cabe el pie y ves riesgo
elevado de desprenderte. El bastón que he llevado este año me ha ayudado mucho para
evitarlo. Y para darme empujoncitos en las empinadas subidas.

Hasta el kilómetro 16 no había tiendas ni bares. Toca comer el pan relleno de chorizo
comprado en la panadería ambulante de Pajares
. Atravesamos un tramo que te hace sentir
inmerso en plena selva amazónica (lo escribo con el conocimiento de haberme sumergido en
ella), dada la exuberancia de vegetación que casi no deja pasar la luz.

En general, las vistas que nos acompañan resultan preciosas. Llega un momento en que gran
parte del disperso grupo que configuramos los alrededor de 25 peregrinos que estamos
haciendo el Camino del Salvador
en el mismo intervalo cronológico confluye. Esa unión se
produce en subidas en las que parece que escuchar el aliento del compañero te transmite
energía.

Salimos a las siete de la mañana en manga corta y a la hora ya estábamos empapados de
sudor. El bochorno que nos acompaña toda la etapa dificulta más si cabe subidas y bajadas.

Disfrutamos de una pequeña tregua en Campomanes, a 16 kilómetros largos ya de Pajares.
Entramos en una iglesia prerrománica en cuya escalera de acceso al piso superior estoy a
punto de caer
al desequilibrarme el peso de la mochila que me había medio desabrochado.

Nuestro destino de hoy ya es una localidad de unos 10.000 habitantes, a la vera del río Lena.
Iniciamos la etapa en el fluvial Pajares y la concluiremos en otra población con río.

De cara a mañana, amenaza lluvia. Hago mis anotaciones de la etapa aposentado ya en un
banco de La Pola, mientras siento (y agradezco) cómo la brisa masajea levemente mis piernas.
Hemos comido un cachopo grande, a compartir. Después de tres días sin tener la oportunidad
de hacerlo, hemos podido elegir qué ingerir. En este caso, no sé si ha resultado una ventaja o
un inconveniente.

La Pola-Oviedo

Quinta etapa. Oviedo ya se ve. Desde seis kilómetros antes, entre brumas. No obstante, para
llegar hasta ahí ha habido que sufrir. Hoy hemos sumado dos etapas en una: La Pola-Mieres
(14 kilómetros) y Mieres-Oviedo (18 kilómetros)
.

La primera parte resulta más o menos sencilla, en llano, junto al río Caudal. Se nos complica
algo porque, por error y porque las flechas amarillas del camino nos llevan hacia allí, tomamos
una variante con la senda comida por la vegetación y entre subidas y bajadas. Nuestro karma
no nos permite relajación.

A las dos horas y cuarenta y cinco minutos nos plantamos en Mieres. Comemos lo que en
Asturias llaman pincho,
que para un valenciano se define como un bocadillo mediano. En mi
caso, relleno de filete empanado.

A partir de Mieres, se enrevesa. Para empezar, ya llueve. Ascendemos a tres altos. El primero
es el de El Puadrón, con cuatro kilómetros de subida por carretera con llovizna que en
ocasiones se transforma en chaparrón. Le sigue un descenso entre trechos embarrados,
piedras resbaladizas y pendientes pronunciadas.

Parece que nunca terminan las subidas y bajadas en el Camino del Salvador (o de San
Salvador). Ni cuando finalmente entramos en Oviedo. En los 32 kilómetros de esta etapa doble
no nos hemos cruzado con un solo colega peregrino. Hemos superado casi ocho horas de
andadura con apenas un par de pausas de 20 minutos y lluvia pertinaz. El podómetro de mi
móvil se elevará por encima de los 55.000 pasos.

Llegamos con ganas enormes de darnos la ducha preceptiva y de salir a comer. Hemos llegado
a la meta
y nos rendimos al homenaje de ingerir un chuletón.

Por la tarde, misa en la catedral de Oviedo, contemplando su precioso retablo, como peregrino
que ha alcanzado su destino
. Ya está cerrada la oficina para que nos entreguen la Salvadorana,
la acreditación oficial de haber realizado el Camino del Salvador que se comprueba mostrando
el pasaporte con los preceptivos cuños en cada etapa. La conseguiremos a la mañana
siguiente, antes de retornar a nuestro punto de salida.

El camino este año ha resultado exigente, intenso, retador, y a la vez espectacular, solitario,
auténtico y, para quien se sienta motivado por estos calificativos, recomendable.

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