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Las 10 cosas que ver y hacer en Ribadesella (Asturias)

Ribadesella

Ribadesella

Ribadesella (Asturias) es un municipio marinero, amigable, cálido, ameno, amante del arte y la tertulia, del paseo, del deporte y de la naturaleza. Emblema de la buena mesa. Ubicada en la costa del Oriente de Asturias, es una de las puertas de los Picos de Europa y los Lagos de Covadonga.

Ribadesella tiene un eterno paseo, porque en cada vuelta descubres algo nuevo, diferente, reconfortante. Y además, su entorno rural, natural es de una belleza indescriptible. Así que Ribadesella y su concejo es uno de esos sitios con encanto, que te resultarán inolvidables.

El “cogollo” de la villa riosellana te ofrece alicientes de lo más variado, que van desde un interesante Casco Histórico, un vistoso Paseo del muelle con nombre de princesa, un Paseo de la grúa adornado con paneles de Antonio Mingote, o la emblemática ermita de Guía, encaramada en lo más alto del promontorio existente sobre la bocana del puerto… Y todo ello sin olvidar sus playas, su Paseo de los vencedores del Sella, su espectacular arquitectura indiana en primera línea de mar, y una de las cuevas prehistóricas más importantes del mundo, Tito Bustillo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Pero además, en pocos pasos la villa te conduce a lugares tan increíbles como el pueblo de Tereñes, con su faro y sus acantilados jurásicos, al inmenso arenal de Vega, a aldeas como Ardines, Cueves, Sardalla, Sebreñu, El Carmen/El Carme, a acantilados y playas como la de Guadamía, y todo por bellas carreteras, o sendas costeras y caminos.

Y por supuesto, Ribadesella en su conjunto es jacobea. El Camino de Santiago de la Costa pasa por el puro centro de la villa, y también por algunas de sus aldeas y playas más conocidas.

Ribadesella, villa y pueblos, costa y montaña. Lo tiene todo en muy pocos kilómetros y en un entorno ideal para caminar, o para moverte en bicicleta, a caballo, en coche… Como quieras y te resulte más agradable.

Un precioso casco histórico

Perderte por el casco histórico de Ribadesella será toda una experiencia. Hoy en día es una zona restaurada y peatonalizada, cuya visita resulta muy cómoda. Tu vista se encontrará con auténticas joyas arquitectónicas como la Casa de los Ardines, el Palacio de Prieto Cutre (actual edificio del Ayuntamiento) o la Casona del Escudo.

Caminarás por un trazado de corte medieval, en el que contemplarás balcones en voladizo, galerías acristaladas, áticos con forma de buhardilla, o fachadas con escudos nobiliarios y soportales, y donde algunas edificaciones datan de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.

Uno de los lugares más conocidos de este Casco Histórico es la plaza de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, cuyo interior merece una parada, por las joyas pictóricas que atesora el templo. Allí destacan los cuatro murales pintados al fresco por los hermanos Bernardo, Celestino y Antonio Uría Aza, ubicados en las cuatro caras que rematan el crucero, y que son una clara alegoría contra las guerras. Además, los hermanos Uría Aza representan esa Ribadesella de artistas e intelectuales, que tanta riqueza ha aportado al espíritu y fisonomía de esta villa ilustre y su concejo.

Por otro lado, el Casco Histórico riosellano es el escenario de uno de los mercados semanales más antiguos de Asturias, ya que sus orígenes se remontan al siglo XIII, y nace casi al mismo tiempo que la propia villa. Cada miércoles los comerciantes y pequeños productores de la comarca ofrecen al público hortalizas, frutas de temporada, «fabes», castañas, avellanas y nueces, quesos, dulces de manzana, «pantrucos» o harina de maíz, ésta última indispensable para los tortos fritos y para la consistente «borona», hecha al horno y rellena de embutidos. Toda una muestra de la riqueza gastronómica y cultural del oriente de Asturias.

La playa de La Atalaya, el tradicional “solárium” de los riosellanos

Sin abandonar el Casco Histórico, te encontrarás el Parque de La Atalaya, y muy cerca la playa del mismo nombre. Esta es una de las muchas y variadas zonas de baño y sol que tiene la villa, y la que tradicionalmente ha sido el “solárium” de los riosellanos de pro. Recóndita, coqueta y al abrigo, este pedral se prolonga en calas de piedra y zonas de baño privilegiadas, con pozas naturales que te harán disfrutar del más puro Cantábrico.

Cuando subes desde el parque hacia la playa, verás a mano izquierda una espectacular quinta indiana, que también se llama La Atalaya, y que pone la nota colorista exótica en esta parte de la villa y es un notable preludio de lo que te encontrarás al otro lado de la ría…

La villa de los tres Paseos

Tras el paseo por el Casco Histórico, es hora de asomarse a la ría, y disfrutar del caudaloso deambular del río Sella hacia la mar. Aquí empiezas a saborear la Ribadesella/Ribeseya marinera, deportiva, pescadora… la Ribadesella que huele a salitre, y que se paladea en guisos y recetas que navegan entre el río, la mar y la montaña…

El Paseo del Muelle, llamado Princesa Letizia – dado que la hoy Reina de España pasaba sus veranos en la villa -, va desgranando escenas marineras a cada paso: pesqueros atracados, veleros llegados de otros mares, la rula, los pescadores a caña, y siempre en la ría los piragüistas y canoístas entrenando, y al otro lado, el coqueto puerto deportivo de Ribadesella.

Y es que Ribadesella/Ribeseya es una de las capitales internacionales del Piragüismo, siendo desde hace 90 años la meta del Descenso Internacional del Sella, una prueba deportiva de las más antiguas del mundo en esta modalidad. De hecho, la Fiesta de las Piraguas es la única declarada de Interés Turístico Internacional que tiene Asturias.

Otro de sus paseos memorables es el de la Grúa, que da idea de la dimensión portuaria e histórica de Ribadesella, que siglos atrás fue un verdadero puerto de Indias, porque desde aquí partían bergantines con cientos de personas que se hacían a la mar océana buscando mejor fortuna… Este paseo ha conocido adioses y melancólicas despedidas. Hoy queda un aire de todo aquello, con su farín y su Fonte del Cay, y con sus vistas a la mar y a los acantilados, y a una antigua cetárea, hoy transformada en una espontánea piscina natural.

El Paseo de la Grúa, con sus paneles de Mingote, seis en total, donde el genial dibujante y humorista hace una original sinopsis de la historia de Ribadesella/Ribeseya, es uno de los lugares de referencia en la villa. Paseantes, peregrinos, turistas, pescadores. Unos a pie y otros en bici. Unos con sus mascotas y otros sin ellas, pero todos disfrutando esta obra de arte al aire libre, y seducidos por el encanto de este Paseo, por el que accederás a la ermita de Guía.

Y el tercer Paseo emblemático de Ribadesella es el de los Vencedores del Sella. Es una especie de paseo de la fama como el de Hollywood, pero de piragüistas que han ganado el Descenso Internacional del Sella, una fiesta y una prueba deportiva que pone cada año a Ribadesella en el mapamundi del ocio y el deporte. Ubicado a la vera de ría, muy cerca de la meta de esta prueba, es decir, al lado del puente que cruza al otro lado de la villa, es un lugar que merece la pena, sobre todo para los amantes de este deporte fluvial.

La ermita de Guía, un símbolo de Ribadesella

La ermita de Guía es sin duda uno de los símbolos más admirados y reconocidos de la villa riosellana. Podrás llegar a ella, o bien por el Paseo de la Grúa, donde casi al final de éste tomarás un camino escalonado, o bien por otra senda que tomarás muy cerca del Parque de la Atalaya, al fondo del Paseo del Muelle. Las dos opciones son muy vistosas y panorámicas.

Cuando llegues a lo alto, estarás en el Monte Corberu, un promontorio de espléndidas vistas donde se erige esta ermita, que data del siglo XVI, y que ha sufrido numerosos avatares a lo largo de su historia. La ermita alberga la Virgen del mismo nombre, patrona de los marineros del lugar desde tiempos inmemoriales.

Desde este monte obtendrás una “cartografía” visual muy precisa de la villa y su entorno: la playa de Santa Marina, el estuario, y las montañas próximas a la villa de Ribadesella/Ribeseya, con el pico Mofrechu como máxima cota. Y justo al otro lado de la playa, el monte Somos, de manera que entre el Corberu y Somos, Santa Marina es una especie de concha perfectamente trazada.

En las proximidades de la ermita, encontrarás unos cañones, que hacen una pintoresca combinación con el entorno. Son auténticos y apuntan al horizonte, como si quisieran proteger la costa de piratas o invasores extranjeros…

La playa de Santa Marina, puro “glamour cantábrico”

Al otro lado de la ría, tras cruzar el puente, llegarás a la playa de Santa Marina. Su paseo – único entre las villas marineras -, al que se asoman impresionantes palacios y casas indianas, tiene su origen en el año 1907, cuando la legendaria marquesa de Argüelles puso en marcha una singular urbanización. De manera que las lujosas residencias y los hoteles que hoy día existen en esta parte de Ribadesella, son una herencia de las construcciones de los aristócratas e indianos de aquel momento.

Y así fue cómo se gestó un entorno balneárico diferente, donde las clases sociales más pudientes tomaban sus baños de sol y mar, en un lugar perfecto y tranquilo para las largas estancias estivales.

Evidentemente, no te puedes perder un paseo por la playa de Santa Marina. Es una auténtica maravilla. Tienes que empezar en la llamada Punta del Arenal, donde la ría del Sella traza su última curva antes de desembocar en el mar Cantábrico, y llegar hasta la llamada Punta el Pozu, en el extremo más occidental de la playa, y donde encontrarás huellas de dinosaurio.

Por el camino, palacios y casas emblemáticas, verdaderas joyas arquitectónicas e históricas, algunas de las cuales hoy están convertidas en encantadores y cálidos hoteles.

Por supuesto, la playa de Santa Marina es ideal para el baño, y para la práctica del surf, un auténtico espectáculo deportivo todo el año en este arenal.

Tito Bustillo, un icono de la Prehistoria en el mundo

Pero la orilla oeste del río Sella te reserva muchas más sorpresas, y una de ellas es mayúscula. Porque cuando cruzas el puente de Ribadesella/Ribeseya y vas hacia tu izquierda, además de tener una vista diferente de la villa, con el prau de San Juan como una isla verde en medio de la ría, te encuentras en pocos metros con uno de los grandes templos del arte rupestre a nivel internacional: la Cueva de Tito Bustillo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2008.

Descubierta hace poco más de medio siglo por un grupo de espeleólogos asturianos, Tito Bustillo, por sus pinturas, grabados y otros materiales investigados es un referente prehistórico de primer orden. A su lado, la Cuevona, es otra gruta de gran riqueza geológica y extraordinaria belleza. Y todo el conjunto está ubicado en las entrañas del macizo de Ardines, una de las guapas montañas que circundan la villa riosellana.

Completa este espléndido entorno natural, el Centro de Arte Rupestre Tito Bustillo, donde podrás conocer toda la información existente sobre la Cueva, y disfrutar de todo tipo de actividades vinculadas con la Prehistoria, y muchas de ellas pensadas para los peques de la casa.

Tanto la Cueva de Tito Bustillo – con un cupo diario limitado -, como la Cuevona de Ardines, y por supuesto el Centro de Arte son visitables, si bien es recomendable siempre la consulta previa de fechas y horarios.

Ardines y su área recreativa de La Moría

Tras la parada en Tito Bustillo y su Centro de Arte Rupestre, continúas camino y comienzas a adentrarte en la Ribadesella más rural.

Una visita más que recomendable es subir hasta el pueblo de Ardines, encaramado en una loma, y con un área recreativa ideal para el paseo, o para degustar con tranquilidad un almuerzo campestre. Y además cuenta con unas vistas de la villa de Ribadesella/Ribeseya sencillamente espectaculares.

La ermita de Guía, la desembocadura del Sella, la playa de Santa Marina, el Monte Somos, o el extenso parque natural del Malecón, la marisma alargada (y poco conocida) que delimita al Sur el paseo de la playa. El Malecón alberga un gran valor ecológico, siendo lugar de paso para las aves migratorias, y cuenta con una vía asfaltada y varias pasarelas y torretas, para observar cómodamente su fauna y su flora.

Un mundo de aldeas de cuento

La Ribadesella rural es un mundo de aldeas de cuento. Recónditas, tranquilas, con deliciosos parajes, con vistas de ensueño, con viviendas tradicionales, con hórreos y paneras, con palacios, con casas indianas, mirando a la sierra o a la mar, o a las dos a la vez, con el fluir del Sella en su entorno, con los bufones como vecinos, con los acantilados como telón de fondo, con la playa justo al lado… Un mundo apacible y de infinita belleza.

Tereñes es una de esas aldeas que no te puedes perder. Con su faro alumbrando a los navegantes, y con sus acantilados poblados de huellas de dinosaurio, que te harán viajar millones de años atrás en un solo vistazo. Y desde Tereñes es muy fácil bajar a la villa en una agradable caminata, o si prefieres ir hacia el oeste, puedes llegar a la playa de Vega.

Cueves, tan ideal como sorprendente, porque tienes que llegar a ella a través de una gruta natural de impresionantes dimensiones y formas. Y una vez allí, sus hórreos, sus casas típicas, sus matas de hortensias, su pequeña iglesia, su bar tienda…

Sebreñu, con su palacio y su capilla, y sus prodigiosas vistas a la montaña… Sardalla, El Carmen/El Carme, Tezangos, Camangu, Meluerda, Collera o Cuerres, son algunos preciosos pueblos de ese elenco casi interminable que compone la Ribadesella rural.

La Ribadesella jacobea

El Camino de Santiago del Norte o de la Costa pasa por Ribadesella, que es jacobea se mire por donde se mire, tanto la villa como los alrededores.

Muchos son los lugares y escenas interesantes del Camino en su transcurrir por Ribadesella: Cuerres, la villa riosellana, San Esteban de Leces, la Playa de Vega o Berbes.

Pueblos, costa y playa, torres medievales, iglesias y capillas, y una villa hermosa y sorprendente. Todo esto y mucho más será el legado y el recuerdo que atesores de tu devenir jacobeo por Ribadesella.

La costa de la belleza

La de Ribadesella podría llamarse la costa de la belleza. Por lo sorprendente de sus formas y parajes, y por lo variado de los mismos.

En el litoral riosellano, te encontrarás grandes arenales, como el de la playa de Vega, uno de los más extensos de toda Asturias. Vega, con su conjunto dunar, su curiosa geología, su ola ideal para el surf, su ambiente de chiringuitos y restaurantes, su aire cosmopolita y el bello pueblo que le da nombre, lo tiene todo para disfrutar.

Pero esta costa también te deleita con acantilados que son obras de arte, como si estuvieras en un gran parque de escultura al aire libre, donde el escultor han sido las mareas, el viento y el tiempo.

Los acantilados del Infierno son verdaderamente impresionantes por sus formas, y puedes llegar a ellos por el pueblo de Cuerres, y además tienes un área recreativa en la zona.

Y ya para finalizar tu periplo costero riosellano tienes que visitar Guadamía, una playa de increíble belleza, que hace frontera con el vecino concejo de Llanes. Desde el área recreativa de Guadamía, contemplarás la majestuosidad de los acantilados y la originalidad de esta playa, que es una especie de canal natural kárstico, donde se funde el paisaje fluvial con el marino.

Información y fotos: Turismo de Asturias

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